Muchas plataformas de ecommerce aprovechan el verano para lanzar ofertas de sus productos. Las rebajas incrementan las ventas de estos servicios y, según una encuesta realizada el año pasado por GXO Logistics, el 35% de lo que los usuarios piden por Internet termina devolviéndose. De hecho, se estima que España es el cuarto país europeo que más practica esta costumbre.
Pero, ¿qué ocurren con los artículos que los clientes deciden devolver? El año pasado, tras los descuentos del Prime Day, se viralizó la situación de muchos dispositivos devueltos de Amazon, que terminaban convirtiéndose en basura electrónica.
Si bien la compañía de comercio electrónico ofrece un servicio llamado ‘Fullfilment by Amazon’ para que sus socios de ventas «elijan opciones de eliminación sostenibles en lugar de la eliminación, como la reventa o las donaciones», esta opción no siempre termina realizándose. En realidad, los vendedores que usan Amazon como medio para vender sus dispositivos son quienes deciden qué hacer con ellos cuando son rechazados.
Independientemente de quién sea la empresa detrás del problema de los desechos electrónicos, está claro que debe encontrarse una solución. «La basura electrónica supone un gran problema no solo por el espacio que ocupa, sino también por las sustancias que contiene como el plomo, mercurio, cadmio o níquel -apunta David Ayala, CEO de la agencia de marketing SEOluciones para 20BITS-. Con el paso del tiempo pueden filtrarse a la tierra, contaminándola, e incluso llegar a filtrarse a ríos y contaminar el agua que bebemos, con la que nos bañamos, con la que regamos los vegetales de los que nos alimentamos, etc.».
Ayala reconoce que el principal inconveniente es que algunas plataformas «admiten devoluciones sin ningún tipo de motivo»: «El ecommerce no sabe en el estado en el que está, por lo tanto, es muy posible que ese aparato termine siendo destruido, devuelto al fabricante o incluso ‘olvidado’ en el almacén hasta que finalmente se destruya».
Cada año se producen 54 millones de toneladas de desechos electrónicos y de estas solo se pueden llegar a reciclar el 10%. Pablo F. Iglesias, consultor y divulgador tecnológico en PabloYglesias.com, detalla para 20BITS que esos datos implican que «hay un 90% que acaba vertido en los mares o abandonado a su suerte en grandes basureros industriales, con el potencial riesgo que supone tanto para la salud humana, como para la del resto del planeta».
Las medidas que existen para combatir la basura electrónica
Según Ayala, varios gobiernos están implementando medidas para reducir la cantidad de desechos de dispositivos que se tiran, como puntos limpios o la agrupación de los aparatos por categorías para facilitar su reciclaje.
El experto informa de que hay incluso ecotasas en las que se les da a los consumidores «el derecho de entregar el aparato usado una vez adquirido el nuevo».
Además, existen entidades y fundaciones que luchan contra la basura electrónica y tratan de reducir su impacto y fomentar su correcto reciclaje. En España, por ejemplo, Ayala destaca tres:
- La Fundación ECOLEC.
- La Federación Española de Recuperación y el Reciclaje.
- La Fundación ECO-RAEE’S.
Escándalos las plataformas de ecommerce
El experto de SEOluciones comenta que han existido varias quejas dirigidas a Amazon por investigaciones que se han hecho a su modus operandi ante las devoluciones. Los casos más sonados posiblemente sean los de Amazon y Zalando que fueron acusados de destruir la mayoría de los artículos que los clientes devolvían.
En un documental emitido en 2018 por la cadena pública alemana ZDF, una extrabajadora de Amazon reconocía que personalmente había destruido artículos diarios por valor de varias decenas de miles de euros. Tras la publicación de dicho testimonio, Greenpeace recogió casi 150.000 firmas para prohibir la destrucción indiscriminada de devoluciones de productos en ecommerces.
¿Hay concienciación sobre la basura que generan las devoluciones?
Ayala cree que «actualmente hay poca concienciación» y que existen muchos usuarios acostumbrados a «comprar constantemente productos nuevos y desechar los viejos» y a recurrir a las devoluciones porque las empresas las facilitan poniéndolas «gratis, sin preguntas, sin pegas y sin explicarnos las posibles consecuencias».
Iglesias opina que la sociedad debería realizar «un uso sensato de la política de devoluciones» por su «impacto significativo en el medio ambiente«. Asimismo, recuerda que la ciudadanía debería comprender la diferencia entre un producto de segunda mano y uno reacondicionado.
Un dispositivo reacondicionado no solo es prácticamente como obtener un producto nuevo a mejor precio, sino que además es una alternativa mucho más sostenible. «Son esas pequeñas cosas, del día a día de todos nosotros, lo que en la práctica marca la diferencia –considera Iglesias-. Y quiero pensar que, ya sea porque hay una concienciación social cada vez más alta o por la presión económica, nos dirigimos a estas medidas ecológicas».
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