Decenas de científicos cruzan el planeta de Norte a Sur para realizar sus investigaciones en la Antártida cada año. Este largo viaje lo hacen a bordo de la única embarcación científica española capaz de surcar los polos de ambos hemisferios: Hespérides, un buque oceanográfico de la Armada de España.
Hespérides debe su nombre a unas ninfas griegas
Su origen se remonta a 1988. Las fuerzas navales y el sector científico que investigaban y hacían sus operaciones en el continente helado tuvieron la necesidad de ir más allá de lo logístico en las bases españolas. Sin embargo, tardaron tres años en comenzar a utilizar el Hespérides para las campañas oceanográficas.
La elección de su nombre, Hespérides, se debe a unas ninfas de la mitología griega que se llamaban así. Las Hespérides en la Antigua Grecia eran las encargadas de custodiar un árbol que daba los «frutos de la sabiduría».
Ese árbol se encontraba en un jardín que los escritos religiosos situaban en el sur de la Península Ibérica. En la actualidad, dicho árbol de la sabiduría forma parte del logotipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, un órgano que participa en el Consejo Polar Ártico, encargado de coordinar las expediciones al continente antártico.
Las expediciones a la Antártida
Este 2022, el buque ha sido el medio de transporte que se ha utilizado en un total de 27 expediciones al territorio, para cinco proyectos científicos. Pelayo Giménez, alférez de navío del Hespérides, contó para la Agencia EFE que la Antártida es su segundo hogar: «Los que han viajado muchas veces a la Antártica dicen que el continente helado engancha».
«Te encuentras paisajes totalmente blancos, aislados, son completamente vírgenes; entras en contacto con lo dura que es la naturaleza virgen, porque allá no hay ninguna infraestructura», apunta el experto.
Giménez ha viajado a dos veces al lugar estos últimos 12 meses y en ambas ocasiones lo ha hecho montado en Hespérides, que también podría considerar su hogar. El buque puede pasar semanas sin tocar tierra, por lo que los espacios están preparados para que los tripulantes tengan áreas de descanso, además de 11 laboratorios pensados para la investigación.
«Tienes que llevarte bien con el resto de la tripulación, y para eso hay que pasar tiempo juntos», detalla el profesional. Durante su estancia en Hespérides, el alférez también dedica una hora al día al gimnasio que hay habilitado. Reconoce que esos 60 minutos son «sagrados» porque le ayudan a desconectar de la rutina en alta mar.
El buque tiene capacidad para un máximo de 55 militares y de 37 científicos. Además de trabajar y mantenerse en forma con ejercicio, también cuentan con una televisión, donde Giménez asegura que siguieron los partidos en los que jugó la Selección española.
Hespérides hospeda y resguarda a los científicos y militares que se desplazan a la Antártida en busca de respuestas a sus investigaciones. Ellos buscan obtener conocimientos de sus estudios, como si fuesen frutos de sabiduría del árbol que protegían las ninfas griegas. El buque los protege de un territorio aislado y frío, del mismo modo que las criaturas mitológicas lo hacían con el árbol.
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