El Punto Nemo, utilizado desde la década de 1970, es el lugar elegido por diversas agencias espaciales, como la NASA, ESA, JAXA y Roscosmos, para depositar los restos de sus naves tras el final de su vida útil.
Aunque en el pasado esta decisión ha levantado controversia, según dichas agencias, las condiciones en esta área del océano, que incluyen temperaturas extremadamente frías, una baja cantidad de oxígeno y la ausencia de luz solar, crean un entorno ideal para preservar los restos de las naves, convirtiendo el lugar en un sitio de interés para futuros arqueólogos.
Ahora, el recóndito lugar tiene un nuevo habitante: el carguero espacial ruso Progress MS-26 ha concluido su misión en la Estación Espacial Internacional (ISS) tras seis meses de servicio y ha sido hundido en el Océano Pacífico, según confirmó la agencia espacial rusa Roscosmos.
La nave Progress MS-26 tenía como objetivo abastecer la Estación Espacial Internacional, transportando suministros esenciales como alimentos, agua y equipos. Tuvo cierto protagonismo a principios de año, cuando se envió a la ISS, porque se estaba produciendo una de las mayores fugas de la historia en el laboratorio orbital y se puso en duda que pudiera acoplarse.
Este carguero se desacopló del módulo Zvezdá del segmento ruso de la ISS el pasado martes, en una maniobra que fue transmitida en directo por Roscosmos. Posteriormente, la nave fue sacada de órbita y se desintegró al entrar en las capas densas de la atmósfera terrestre. Los restos del carguero cayeron en la mencionada región remota del Pacífico Sur, la cual está lejos de cualquier ruta marítima.
Desde su creación, el programa espacial ruso ha sido uno de los principales contribuyentes a este cementerio de naves espaciales en los océanos, con más de 200 vehículos depositados allí, incluyendo partes de la legendaria estación espacial Mir y varias estaciones Salyut.
Una nueva nave sustituye a la Progress MS-26
El jueves, la agencia espacial rusa lanzó una nueva nave de carga para sustituir a esta desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán. La Progress MS-28 ha llevado a la ISS 2,6 toneladas de suministros, entre los que hay alimentos, agua, combustible y diversos equipos necesarios para el funcionamiento de la Estación Espacial.
En concreto, los 2.600 kilogramos de carga incluyen 1.290 kilos en aparatos y equipos técnicos para experimentos científicos, ropa, alimentos y medios de higiene personal; 950 kilogramos de combustible; 420 litros de agua y 50 kilogramos de nitrógeno líquido.
Todos esos suministros abastecerán a la tripulación que actualmente vive en la ISS, entre ellos Barry ‘Butch’ Wilmore y Sunita ‘Suni’ Williams, los astronautas de Starliner que permanecen en la Estación por un fallo en su nave y que todavía no tienen fecha de regreso.
Estas naves no tripuladas viven viajes más largos hasta llegar al laboratorio orbital: el acoplamiento de la Progress MS-28 con el módulo Zvezdá del segmento ruso de la ISS está programado para este sábado, después de 50 horas y 36 minutos de travesía espacial tras dar 34 vueltas a la Tierra.
El futuro del Punto Nemo, el cementerio de naves espaciales en el océano Pacífico
El uso del Punto Nemo Nemo no se limita a naves rusas. SpaceX, conocida por su enfoque en la reutilización de cohetes, también ha adoptado este método para algunas de sus misiones, especialmente para partes de sus cápsulas Dragon, que no se desintegran completamente durante el reingreso.
Además, está previsto que la Estación Espacial Internacional termine su ciclo de vida en 2030 y sea dirigida hacia este cementerio, lo que marcará uno de los mayores eventos en la historia de la exploración espacial.