En la soleada tarde del sábado 16 de agosto, se llevaron a cabo los actos litúrgicos de cierre de las fiestas patronales en honor de San Roque en el Santuario y Parroquia con sede en La Chacarita, ciudad capital.
Las celebraciones se iniciaron en el Monumento a Felipe Varela desde donde partió la procesión con la imagen de San Roque, acompañado por los santos patronos de las comunidades que integran la jurisdicción parroquial y del Beato Mamerto Esquiú.
Animados por el lema “San Roque peregrino, enséñanos a ser peregrinos de esperanza”, los fieles devotos se encaminaron por avenida Presidente Castillo, cantando y rezando, hasta el templo ubicado enfrente de la plaza de La Chacarita. Su llegada fue anunciada con el tañido de las campanas y una lluvia de papelitos plateados. Entre vivas y aplausos, la sagrada imagen del Santo Patrono fue llevada en brazos del padre Carlos Figueroa Arteaga, párroco de la comunidad, hasta el interior del templo, donde luego presidió la Santa Misa.
En su homilía, el sacerdote reflexionó sobre el Evangelio proclamado afirmando, entre otros conceptos, que “en este momento recibamos el fuego del amor de Dios que nos trae San Roque, nuestro celestial patrono, él dio su vida por amor a Cristo, dio su vida en cada uno de los necesitados, de los enfermos que asistió, se gastó, se enfermó ayudando a las personas que se habían enfermado con aquellas pestes espantosas que estaban en Europa en ese tiempo”.
Dijo que, a ejemplo de Jesús, quien dio su vida por nosotros porque nos ama, “San Roque también lo hizo y por eso está gozando en el Cielo. Han pasado cientos de años y lo recordamos en todo el mundo. Todos los años, el 16 de agosto, estamos celebrando su día, porque los santos tienen memoria perpetua, mientras que nosotros, si nos quedamos en el pecado, desapareceremos, iremos a pagar eternamente por no haber querido aprovechar el amor de Dios y no haber elegido el camino del amor al prójimo por amor de Dios, dejando nuestros pecados y convirtiéndonos a Cristo, santificándonos con la oración, la Eucaristía, la Reconciliación y el servicio sincero a cada persona que necesita de nosotros”.
En otro tramo exhortó a que “tienen que abrirse al amor de Dios y del prójimo, para poder vivir eternamente con los santos y aprender como ellos aprendieron de Jesús”.
Finalmente, invitó a que “le pidamos a San Roque que interceda por nosotros, que abra nuestro corazón al amor de Dios, para que el fuego del amor de Cristo nos purifique y nos lleve a confiar plenamente en esta esperanza que Cristo ha abierto a los hombres. Estamos llamados a ser santos, a dejarnos transformar por el amor de Dios”.
Después de la Comunión, el padre Figueroa Arteaga bendijo los pancitos y los objetos de devoción.
Y tras la bendición final, los fieles devotos tomaron gracia de la imagen del San Roque y de su reliquia.
Como corolario, en el atrio del templo fue homenajeado con danzas tradicionales de nuestro pueblo y se compartió un rico chocolate.
