
Las piezas creadas en el Taller de Cerámica, se entregan hoy y mañana en Casa de la Puna
Con la quema de las piezas de arcilla creadas por chicos y grandes, durante los enero y febrero, finalizó ayer el ciclo de Talleres de Cerámica organizado por la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico de la Capital.
De esta manera, las dinámicas jornadas que convocaron a numerosas personas tanto en Casa de la Puna como en el Pueblo Perdido de la Quebrada, tuvieron su cierre con la cocción de cerámica a fuego directo que realizaron Sofía Goulú y Mao Olmedo, las ceramistas a cargo de la propuesta.
Como balance, ambas destacaron el éxito de la iniciativa que sirvió para conectar el
presente con las tradiciones ancestrales, dando la posibilidad al público en general de demostrar sus habilidades en el moldeado y la creatividad puestas de manifiesto en las piezas que durante hoy y mañana se entregarán, de 18 a 22 hs., en los festejos de carnaval que se llevarán a cabo en Casa de la Puna. “Finalizamos el taller felices, aprendiendo también nosotros quienes enseñamos porque es un aprendizaje el poder ver las distintas maneras en que especialmente los niños pueden crear. Me siento muy agradecida por el espacio, la atención y estamos satisfechas por el trabajo que nos propusimos”, señaló Mao.
Las artesanas explicaron, paso a paso, el proceso llamado rescate de la cerámica, o también cerámica de tradición, que es un método ancestral utilizado por diversas culturas alrededor del mundo para darle forma final a objetos de cerámica. Este proceso implica el calentamiento de las piezas a altas temperaturas sin la intervención de hornos modernos, sino mediante el uso directo del fuego.
“Se realiza una quema directa, en la que se va a graduando la temperatura del horno. Es muy simple y elemental porque puedo, con un horno de ladrillo, arcilla, barro y leña realizar piezas artesanales”, explicó Mao tras indicar que, por esta razón, se suele iniciar el trabajo con una ceremonia de ofrenda y agradecimiento a la Pachamama.
“Comenzamos con una corpachada, dando gracias la Madre Tierra y también pidiéndole protección, luego elegimos las piezas y prendemos el fuego que se mantiene bajo las primeras horas, para que las piezas se vayan calentando gradualmente, proceso denominado templado”, agregó Sofía.
A medida que el calor va ascendiendo de 300 a 900 grados, las piezas se van endureciendo y adoptando la consistencia, el color y la forma definitiva.
Todo se logra con una constante supervisión: “vamos midiendo el fuego, viendo el color y alrededor de 5 horas, cuando la llama sale por la boca del horno, nos damos cuenta que todas las piezas se ponen incandescentes y significa que está listo. Cuando el fuego se apaga, dejamos que el horno se enfríe y al otro día se retiran las piezas ya cocinadas, dejan de ser arcilla y se convierten en cerámica”, finalizó.