
Agradeció el “muy buen ejemplo de vida cristiana” y la educación en la fe que recibió de sus padres, como también a los sacerdotes, al Obispo que lo ordenó presbítero, a “los catequistas, a los docentes que he tenido, y a tanta gente que ha pasado por mi vida y me acompañó”, dijo.
Durante la noche del lunes 10 de marzo, el obispo diocesano Mons. Luis Urbanč presidió la acción de gracias por el 18° aniversario de su ordenación episcopal, en el Santuario de la Virgen del Valle y Catedral Basílica.
Concelebraron la Santa Misa, el vicario general, P. Julio Murúa; el rector y el capellán del Santuario y Catedral Basílica, P. Juan Ramón Cabrera y P. Luis Páez, respectivamente; los párrocos de San Antonio de Padua, P. Ángel Nieva; de San Pío X, P. Héctor Salas (Capital) y de San Francisco de Asís, P. Julio Quiroga del Pino (Andalgalá); el vicario parroquial de Nuestra Señora de Belén, P. Leandro Roldán; y el sacerdote de la Arquidiócesis de Tucumán Francisco Urbanč, hermano del Obispo, quien llegó para acompañarlo en este día especial.
La celebración eucarística reunió a fieles de instituciones eclesiales, parroquias, quinceañeras con sus familias y fieles en general.
En el comienzo de su homilía, Mons. Urbanč afirmó: “En esta Santa Eucaristía estoy dando gracias a Dios por estos 18 años de vida episcopal, de ser y quehacer episcopal. Tengo muchas cosas que agradecer, en primer lugar -tengo un hermano acá, somos dos y los dos sacerdotes- a nuestros padres, porque uno es lo que son nuestros padres, las convicciones de ellos, las cosas que practicaron, las coherencias que uno ha visto en ellos nos marcan”. En este sentido destacó el “muy buen ejemplo de vida cristiana” y la educación en la fe que recibieron de sus padres Luis y Ana, “nos enseñaron a rezar, a conocer, amar y servir a Dios, a llevar la Buena Noticia a otros, a participar de la vida cristiana, de los sacramentos, la Eucaristía dominical, el rezo del Santo Rosario. Uno mama y de eso vive, así surgen las vocaciones sacerdotales o a la vida consagrada”, manifestó.
Asimismo, expresó su gratitud “a los sacerdotes que he tenido en mi vida, formadores en el Seminario Menor, en el Seminario Mayor, al Obispo que me ordenó”, a quien cuando era un niño de 9 años le pidió que fuera su padrino de Confirmación, y lo acompañó en los 14 años de de su formación al sacerdocio. También agradeció a “los catequistas, a los docentes que he tenido, y a tanta gente que ha pasado por mi vida y me acompañó”.
Más adelante se detuvo en el Evangelio proclamado, momento en el que reflexionó sobre las obras de misericordia, comentando que “esta cruz, que se llama pectoral porque la llevo en el pecho, tiene representado el pasaje del evangelio de Mateo 25,31-46; son seis escenas de las que habla Jesús: desnudo, hambriento, sediento, forastero, preso y enfermo”, y dice: “‘Cada vez que lo han hecho con el más pequeño de ustedes lo han hecho conmigo’”.
“La Iglesia -continuó- habla de obras de misericordia corporales y espirituales, para las obras de misericordia corporales toma estas seis y le suma una: enterrar a los muertos; cuando habla de las obras de misericordia espirituales dice rezar por los muertos… Estas obras de misericordia son algunas, hay muchas otras en las que tenemos que ser también misericordiosos”.
En otro tramo de su predicación indicó que “la Cuaresma es un tiempo en el que tenemos que practicar muchísimo la caridad. El apóstol San Pedro dice en su carta que la caridad cubre la multitud de nuestros pecados. Si quiero que Dios me vaya perdonando mis muchos pecados, tengo que hacer mucho bien al prójimo, ése es el camino de la purificación, la caridad. Recordemos que uno de los medios para vivir una buena Cuaresma es la limosna, que es ayudar al prójimo, no sólo con dinero, se ayuda al prójimo escuchándolo, cuidándolo si está enfermo, brindando mi conocimiento, mi tiempo. La caridad es ocuparme del otro, salir de mí mismo, de mi comodidad e ir al encuentro del hermano”.
Hacia el final hizo alusión a que “hoy -por ayer- es el primer día de la novena de San José, acá en Catamarca tenemos dos parroquias bajo su protección, una en Capital y otra en el departamento Fray Mamerto Esquiú. Entonces le vamos a pedir a San José, esposo de la Virgen María, padre adoptivo de Jesús, que nos ayude en este camino que tenemos que hacer”.
“Esta novena termina el 18 de marzo y el 19 es la fiesta solemne en honor de San José. Le pedimos a él que cuide a la Iglesia, que cuide a los niños como supo cuidar a Jesús, que él esté al lado de los moribundos, para que dejen este mundo en paz”, rogó.
Luego de la Comunión, todos juntos alabaron con el canto a Nuestra Madre del Valle.