España está de moda en el sector espacial europeo, una industria mucho más importante de lo que pensamos.
En marzo de 2022, el Gobierno aprobó el PERTE Aeroespacial, una herramienta para movilizar más de 5.000 millones de euros para impulsar la I+D+I en el sector aeronáutico y del espacio.
Hace aproximadamente un año, la Agencia Espacial Europea (ESA) seleccionaba a los leoneses Pablo Álvarez y Sara García —como reserva— para su nueva promoción de exploradores espaciales, que podrían viajar a la Luna y Marte. Hacía tres décadas que este organismo no elegía a astronautas españoles, desde la designación de Pedro Duque.
Poco después, a principios de diciembre de 2022, el Ejecutivo de España anunció que la Agencia Espacial Española (AEE) se iba a ubicar en Sevilla e iba a contar con Miguel Belló, ingeniero aeroespacial y aeronáutico español, como director en funciones.
La guinda del pastel para este ‘momento dulce’ la puso hace apenas un mes la compañía española PLD Space, cuando logró con éxito el viaje inaugural de su Miura 1 desde Huelva. Se trata del primer cohete privado que se lanza en Europa y está desarrollado íntegramente en España a manos de la empresa alicantina.
La importancia del desarrollo aeroespacial
El espacio es futuro, es estratégico y contribuye a mejorar nuestra economía y nuestra vida —¿sabías que cada día nos relacionamos con más de 200 satélites cada uno de nosotros individualmente?—.
Los últimos datos de la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE) reflejan que el tejido empresarial que conforman el conglomerado de empresas de este sector factura unos 12.000 millones de euros al año y que casi la mitad de sus productos y servicios van a la exportación.
El sector contribuye con un 1,4% al Producto Interior Bruto nacional, emplea a casi 50.000 personas con una alta cualificación técnica y destina aproximadamente el 10% de su facturación a la investigación, el desarrollo y la innovación.
Marca España en el sector aeroespacial
PLD Space ha sido la primera compañía en Europa que ha demostrado su capacidad para lanzar un cohete suborbital de combustible líquido. Pero existen muchas otras empresas que están abriéndose un hueco en este sector, y un buen número de ellas lo está haciendo desde España.
Hace unos pocos meses ya te hablé de Pangea Aerospace, la primera empresa del mundo en tener éxito encendiendo motores ‘aerospike’ con biometano y oxígeno líquido. Esta startup, si es que todavía se puede llamar así a una compañía con dos sedes, cerca de 40 empleados y un acuerdo de 50 millones con la internacional Tehiru, se ha especializado en el desarrollo de sistemas de propulsión para cohetes.
Tal y como se están desarrollando las cosas en el sector, parece que la clave del triunfo está precisamente en especializarte en un área específica en lugar de desarrollar un producto completo.
Es lo que está ocurriendo en Arkadia Space. Nacidos en diciembre de 2020, en plena pandemia, esta empresa emergente surge de PLD Space y se centra en una parte muy específica: motores para satélites y cualquier otra plataforma que se mueva en el espacio. “Hay quien dice que somos una ‘spin-off’ de ellos, pero no es así. Compartimos el origen y un montón de aprendizajes, pero somos una compañía independiente”, afirma Francho García, cofundador y CEO.
“Los cuatro fundadores de Arkadia somos ingenieros y poco a poco nos fuimos especializando y diferenciando en responsabilidades en PLD Space”, recuerda García. Y añade: “Con todo el conocimiento adquirido, consideramos que queríamos seguir creciendo y tuvimos la oportunidad de enfocarnos a un sector que no estaba tan masificado como lo está el desarrollo y fabricación de cohetes espaciales. Ahora hay muchas compañías dedicadas a esto porque Europa tiene un grandísimo problema de acceso al espacio”.
Aquí el CEO de Arkadia Space hace referencia al hecho de que nuestra constelación más importante de satélites, Galileo, se tiene que lanzar con un vehículo americano, en concreto con uno de SpaceX, la empresa de Elon Musk.
“Tenemos cuatro satélites que se van a lanzar el año que viene, pero parece probable que Ariane 6 siga sin estar disponible, por lo que recurriremos a SpaceX. No estoy contento con lo ocurrido, había lanzamientos que debían llevarse a cabo y no se ha respetado el calendario”, lamentaba este martes el comisario europeo de Mercado Interior y Servicios, Thierry Breton, en el marco de la cumbre de la Agencia Espacial Europea (ESA) que se ha celebrado en Sevilla.
Breton hacía así referencia a los problemas sufridos en el cohete Ariane 6 de la ESA, una serie de contratiempos que van a afectar a nuestro programa espacial: “Europa ha perdido su acceso autónomo al espacio, de momento al menos”, concluía.
Está claro que el futuro espacial de la Unión Europea pasa por reducir la dependencia tecnológica y por asegurar un acceso continuado al espacio, pero también por aprovechar las actividades espaciales para promover objetivos sostenibles y verdes y por incrementar el componente comercial de la actividad del sector.
Moverte en el espacio cuando ya has salido de la Tierra
Actualmente, en materia de propulsión aeroespacial, hay dos problemas: por un lado, encontrar soluciones que permitan llegar al espacio —en esto ya están trabajando muchos proyectos— y, por otro lado, una vez que ya estás allí, moverte de forma asequible. Ese es un terreno mucho menos investigado y es precisamente al que se dedica Arkadia Space.
“Por el momento, los motores para los satélites son extremadamente caros, así que desde Arkadia nos hemos propuesto reducir drásticamente estos sistemas de propulsión en órbita. ¿Cómo? Hasta ahora, el combustible que se utiliza para esto es la hidracina, que es tóxica, cancerígena y, debido a esa alta peligrosidad, requiere instalaciones específicas, personal cualificado o protocolos de actuación muy determinados. Todo eso, al final, es un coste añadido”, sentencia García.
Ese coste se puede eliminar o, al menos, reducir, si se utilizan combustibles “mucho más fáciles de manejar y no tan peligrosos”. Son los llamados combustibles verdes. En el caso de Arkadia Space, apuestan por el peróxido de hidrógeno o, lo que es lo mismo, agua oxigenada. Eso sí: una de muy alta concentración —el agua oxigena típica tiene entre un 3% y un 6% de concentración, esta compañía tiene peróxido de hidrógeno concentrado al 98%—.
Este tipo de combustión se ha usado desde los años 50, de hecho, tal y como recuerda García, el módulo de prueba de las misiones Apolo a la Luna tenía propulsión basada en el peróxido de hidrógeno. “El problema es que se descompone cuando está mucho tiempo almacenado, de manera que misiones ‘faraónicas’ de diez o quince años de duración no pueden plantearse el uso de este material”. Pero el momento actual, en el que el tiempo de los proyectos espaciales se ha reducido por tres, facilita que este combustible sea una alternativa.
El CEO de Arkadia Space explica que en el sector todavía hay iniciativas que no apuestan por ‘la opción verde’, pero, en su opinión, “es cuestión de tiempo que desaparezcan o se queden en un nicho de mercado muy pequeño”. Compara la situación con el mercado del automóvil, en el cual cree que quien no se decante por electricidad o hidrógeno está “abocado a desaparecer”.
Todo es más accesible en el nuevo paradigma del ‘New Space’
En los últimos tiempos ha habido un cambio de paradigma en el sector aeroespacial y uno de los motivos principales es el hecho de que ahora hay inversión privada: “Ya no solo son las grandes empresas las que pueden hacer proyectos espaciales, también pueden hacerlos las pequeñas. Esto permite que los proyectos puedan asumir más riesgo, porque quienes los financian no son las agencias espaciales —que al final es dinero del contribuyente—, sino que es dinero privado que, de alguna forma, te da la posibilidad de fallar”, afirma García.
Como no podía ser de otra manera, el CEO de Arkadia Space menciona aquí a Elon Musk como ejemplo de este cambio de perspectiva. “Musk ha metido en la mente de las personas el fallo, el concepto de que se puede fallar sin que eso sea un fracaso”. Muestra de ello son los cambios y las iteraciones que ha ido aplicando a sus cohetes o el hecho de que para él que una nave espacial explote en una prueba sigue suponiendo un éxito porque permite aprender del proceso.
Esta cultura del fracaso como un aprendizaje y no como un fallo sumada al auge de la financiación privada en el sector han permitido que haya ‘misiones de prueba’, de manera que se pueden probar innovaciones y propuestas tecnológicas nuevas, como la que propone Arkadia Space con su propulsión basada en peróxido de hidrógeno. Porque, tal y como afirma García, “si no demuestras tu tecnología en vuelo, nadie te va a comprar”.
Claro que muchos gigantes tradicionales como Northrop Grumman en Estados Unidos o Airbus en Reino Unido continúan contribuyendo a la exploración espacial con décadas de experiencia. Sin embargo, como decíamos antes, lo hacen desde el punto de vista clásico —al menos y sobre todo en lo que se refiere a combustibles verdes—. Y mientras ellos siguen haciendo ‘más de lo mismo’, una nueva ola de empresas pioneras, innovadoras y ambiciosas está creciendo.
Para bien o para mal, Musk ha sido quien ha iniciado ese cambio y actualmente tiene casi un monopolio en la industria, con su Falcon 9 reutilizable. Pero eso no significa que siempre será así. SpaceX puede dominar el mercado, pero no tiene un monopolio en innovación.
El ‘New Space’ está en aumento y eso se ve reflejado en el nacimiento de jóvenes propuestas tanto en EE.UU. como en Europa y, particularmente, en España. Estas iniciativas pronto entrarán en la primera liga del espacio y generarán importantes oportunidades. Y seguro que veremos brillar en el firmamento motores de Arkadia Space.
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