Parece que septiembre está siendo un mes difícil para Elon Musk y su empresa SpaceX. Este gigante de la tecnología ha sido hasta ahora rey y señor de los cielos con su casi monopolístico dominio del sector aeroespacial al margen de las agencias públicas, y prueba de ello es su último hito: su misión Polaris ha logrado con éxito la primera caminata espacial privada de la historia. Sin embargo, las cosas se les están torciendo y no están muy contentos al respecto.
Hace un par de días te contábamos que una startup china ha conseguido plantar cara a esta compañía y completar un vuelo con aterrizaje vertical, realizando una prueba que incluyó despegue, apagado del motor, planeo sin potencia, reinicio del motor en vuelo y aterrizaje suave. Logros como este están abriendo los ojos a SpaceX ante la realidad de que muchos países también trabajan en desarrollar sus propios modelos de cohetes reusables sostenibles, incluso en España tenemos nuestro propio ejemplo con Miura de PLD Space.
Siendo realistas, la empresa de Musk es la compañía más avanzada en el terreno de la reusabilidad de vehículos espaciales. Y no es camino fácil: son muchos los controles de seguridad y las investigaciones tras cada prueba de vuelo deben ser exhaustivas y detallas. Por ello, la Starship de SpaceX avanza lenta, pero segura.
El problema es que dicho avance no solo depende de SpaceX, sino de las autoridades correspondientes, como la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA). Tal y como acabamos de conocer, el órgano rector de los cielos en EE. UU. no dará el visto bueno a la compañía de Musk para el quinto vuelo de prueba de Starship “antes de finales de noviembre”.
Starship, el cohete más grande y poderoso jamás construido, realizó su prueba de vuelo número cuatro en junio y SpaceX se ha estado preparando para el vuelo número cinco desde entonces.
Este es el motivo por el que EE. UU. no dejará a Elon Musk hacer el quinto vuelo de prueba de momento
Actualmente, la licencia que SpaceX tiene y que obtuvo como autorización de su vuelo número 4 “permite múltiples vuelos de la misma configuración de vehículo y perfil de misión”, explican desde la FAA en un comunicado enviado al medio especializado Space.com.
Sin embargo, la compañía de Musk “decidió modificar ambos” —configuración de vehículo y perfil de misión— para su lanzamiento propuesto del Starship Flight 5, “lo que desencadenó una revisión más profunda”.
Además, añaden, “SpaceX presentó nueva información a mediados de agosto que detalla cómo el impacto ambiental del vuelo 5 cubrirá un área más grande que la analizada anteriormente”, lo que “requiere que la FAA consulte con otras agencias”. No es la primera vez que el órgano rector deja en tierra el cohete de Musk por problemas medioambientales.
El portavoz de la FAA recuerda en este comunicado que “SpaceX debe cumplir con todos los requisitos de seguridad, ambientales y de licencia antes de la autorización de lanzamiento”.
SpaceX responde: «Las naves espaciales deben volar»
“Volamos a un ritmo sin precedentes como el proveedor de servicios de lanzamiento más activo del mundo […] para nuestro objetivo final: explorar otros planetas en nuestro sistema solar y más allá”, arranca diciendo SpaceX en un comunicado en su web en el que lanza un dardo a la administración.
La compañía continúa diciendo que “Starship es fundamental para hacer realidad ese futuro de ciencia ficción” y recuerdan que “es el sistema de transporte espacial más grande y poderoso jamás desarrollado” y que “su diseño totalmente reutilizable y de rápida utilización aumentará exponencialmente la capacidad de la humanidad para acceder al espacio exterior y utilizarlo”.
Cada vuelo de Starship, subrayan, “ha logrado un progreso tremendo y ha logrado objetivos de prueba cada vez más difíciles, lo que ha hecho que todo el sistema sea más capaz y más confiable”. Por ello, su enfoque es “poner hardware de vuelo en el entorno de vuelo con la mayor frecuencia posible” para maximizar el ritmo al que pueden “aprender de manera recursiva y poner en funcionamiento el sistema”.
Advierten que de no ser así, “con la suficiente rapidez”, será difícil “cumplir con los compromisos con las prioridades nacionales, como el programa Artemis de la NASA”. Para lograr esto, “las naves espaciales deben volar”, aseveran.
“Lamentablemente, seguimos estancados en una realidad en la que se tarda más en realizar los trámites gubernamentales para obtener la licencia de lanzamiento de un cohete que en diseñar y construir el hardware real. Esto nunca debería suceder y amenaza directamente la posición de Estados Unidos como líder en el espacio”, concluyen severamente desde SpaceX.
La compañía insiste en que los vehículos Starship y Super Heavy para el vuelo 5 están listos para su lanzamiento desde la primera semana de agosto. La prueba de vuelo incluirá su objetivo más ambicioso hasta el momento: intentar devolver el cohete Super Heavy al sitio de lanzamiento y atraparlo en el aire con su megaestructura ‘Mechazilla’.
En el mismo comunicado declaran que es “comprensible” que una “operación tan singular” requiera tiempo adicional para analizarla desde la perspectiva de la concesión de licencias. Pero critican que, “en lugar de centrar los recursos en el análisis crítico de la seguridad y colaborar en la adopción de medidas de protección racionales para proteger tanto al público como al medio ambiente”, el proceso de concesión de licencias “se ha visto obstaculizado en repetidas ocasiones por cuestiones que van desde lo frívolo hasta lo patentemente absurdo”.
Aseguran que, en ocasiones, estos obstáculos han sido provocados por “informes falsos y engañosos”, basados en “la mala fe de detractores online o grupos de intereses especiales que han presentado como hechos científicos mal construidos”.