Tal cual como habia dicho Edgar Adhemar Bacchiani  en un vivo en sus redes sociales y despues el empresario Cristian Guillou demostró que  retomó la posesión del inmueble aduciendo la falta de pago, es decir incumplimientos reiterados en esa venta a plazos, ahora se le suma el Contador empresario camarqueño Alejandro Segli, reclamando ante la justicia que es el autentico dueño de dicha propiedad.

Lo que era una compraventa a plazos se terminó por detectar que en realidad se trataba de una cesión onerosa de derechos litigiosos, lo que Guillou le vendió a Adhemar Capital, no fue una propiedad sino un juicio de prescripción adquisitiva, por cuanto al tiempo de la transacción, él no era titular de dominio, aunque no es obstáculo para vender y fijar un precio y forma de pago extendida en el tiempo y enajenarlo a través de una cesión onerosa otorgada por escritura pública. Por esa razón es discutible la cuestión de la posesión.

Al reivindicar la propiedad por incumplimiento de contrato, seguramente Guillou se topó con un tercer comprador (ALEJANDRO SELGI), los que normalmente en estas situaciones procesales, interponen una tercería de mejor derecho, aduciendo una compra posterior a la controvertida. 

Según la misma, ESCRIBANA Gandini presenta en sus libros actas intercaladas de operaciones incompletas con firmas de Bacchiani, sin contrapartes. Alejandro Segli apareció sorpresivamente en escena reclamando sus derechos sobre Wika Club.

En la denuncia de este último, las maniobras en los libros es para conseguir que Bacchiani figure que es insolvente, pero esto sería en forma fraudulenta por cuanto las actas deben ser correlativas y con la fecha real.

La escribana quedó en la mira también desde la presentación que realizó la expareja y socia de Bacchiani, Celeste Garcés Rusa, para oponerse a un pedido de prisión domiciliaria del financista.

La mujer incorporó a esta nota el proceso de divorcio que inició a su exesposo, en el que asegura que éste transfirió propiedades a «testaferros» y que la escribana Gandini se negó a proporcionarle la lista de las transacciones.

Por esta causa, el fiscal federal Santos Reynoso requirió el 7 de julio, el secuestro de los libros de actas de registro de firmas de la escribanía Gandini, debido a las sospechas que Bacchiani habría realizado maniobras para ocultar su patrimonio.

Pero ahora surgió Segli, quien aduce que Bacchiani le otorgó los derechos de Wika Club por una supuesta deuda que ronda los 300 mil dólares, por la compra de aberturas en su local y que la misma ocurrió en febrero pasado, aunque al parecer durante un allanamiento en el comercio de Segli, el individuo no habria podido probar con facturas y remitos la existencia de dichas compras.

Con esta serie de denuncias y la incorporación de nuevos elementos, la causa se complica de tal manera que demuestra que Bacchiani no solo dejó una gran cantidad de damnificados por las estafas, sino que aparentemente, preparó el terreno para figurar que es insolvente para afrontar las deudas, y donde unos de los testaferros seria el contador público Segli, ya que aduce ser dueño de una parte de los bienes supuestos de Bacchiani.

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