
EL ESPACIO DE PROMOCIÓN TURÍSTICA DE LA FIESTA DEL PONCHO
La propuesta del Pabellón de Turismo en la Fiesta del Poncho invita a descubrir y planificar escapadas inolvidables por la provincia, con información y asesoramiento para recorrer sus regiones, vivir experiencias auténticas y dejarse sorprender por su diversidad.
Catamarca despliega una ruta de viaje fascinante, que puede iniciarse por la imponente región oeste; allí Tinogasta y Fiambalá invitan a sumergirse en la historia, el relax termal y los saberes ancestrales. El recorrido por la Ruta del Adobe permite conocer iglesias centenarias y construcciones coloniales de gran valor patrimonial.
En Tinogasta, el Museo del Sabor propone una parada gastronómica sensorial, mientras que las bodegas de altura ofrecen la posibilidad de degustar vinos únicos, elaborados entre montañas. Además, esta región forma parte de la Ruta del Telar, donde artesanas y cooperativas locales conservan técnicas textiles tradicionales que pueden conocerse y experimentar en talleres abiertos al público.
Más al norte, el complejo termal de Fiambalá invita al descanso en un entorno natural incomparable, mientras que en Saujil La Duna Mágica y Las Dunas de Tatón se convierten en escenario de aventura con excursiones de sandboard guiadas por instructores capacitados y asistencia en primeros auxilios por entornos de ensueño dignos de escenarios cinematográficos.
Desde allí, el viaje puede continuar hacia el Cañón del Indio y el Paso de San Francisco, donde el paisaje cordillerano se vuelve protagonista absoluto, enmarcando los cerros de más de seis mil metros conocidos como “los Seismiles”, y el espejo turquesa de la Laguna Verde.
Desde el oeste, la ruta continúa hacia el centro de la provincia, precisamente a San Fernando del Valle de Catamarca, la ciudad capital ofrece una experiencia urbana con historia, arte y sabor, iglesias coloniales, museos, mercados y gastronomía conviven en un entorno activo y culturalmente vibrante.
Desde allí parten circuitos de naturaleza hacia El Rodeo y Las Juntas, donde se emplaza la Virgen del Valle más grande del mundo, una monumental imagen de más de cincuenta metros de altura que da la bienvenida a un entorno de ríos, serranías y paisajes ideales para el descanso y la contemplación.
El recorrido continúa hacia Las Pirquitas, una localidad que combina tranquilidad rural con turismo activo. Paradores, caminatas, espacios verdes y propuestas gastronómicas reciben a los visitantes durante todo el año. Uno de sus principales atractivos es el Dique Las Pirquitas, un amplio espejo de agua donde se practican deportes náuticos, pesca y paseos en kayak.
El lugar cuenta con el Club Náutico, que ofrece servicios e infraestructura para quienes buscan actividades recreativas en familia o con amigos en contacto directo con la naturaleza. La Puerta y el Dique El Jumeal completan la propuesta con actividades al aire libre a pocos minutos de la ciudad.
Las hosterías del circuito como la hostería El Portezuelo, Anquincila, La Merced o la de Ancasti completan la experiencia con una estadía cálida y confortable, enmarcada por vistas privilegiadas del paisaje catamarqueño.
El sitio arqueológico Las Tunitas, en Ancasti, permite una conexión con el pasado ancestral, con visitas programadas, y para quienes buscan experiencias con identidad, la Casa Figueroa en La Merced una casona histórica, recuperada y restaurada que hoy en día comparte la historia local.
El viaje puede seguir hacia el norte, por la legendaria Ruta 40. Allí, El Shincal de Quimivil, una antigua ciudad incaica deslumbra con su imponencia. La Ruta del Telar continúa su trazado a través de Belén, Londres y Villa Vil, donde la tradición textil se mantiene viva y puede evidenciarse en talleres comunitarios.
En Belén se destacan cooperativas como las Arañitas Tejedoras, que mantienen viva la identidad cultural del tejido ancestral y abren sus puertas a quienes desean conocer el proceso completo de creación, desde la lana virgen hasta la prenda terminada.
Desde Villa Vill se accede a senderos y termas poco exploradas, ideales para el trekking y la contemplación del paisaje con los Castillos de Villa Vil. Más adelante, la Puna catamarqueña despliega sus encantos en El Peñón, con el asombroso Campo de Piedra Pómez como gran atracción geológica.
La travesía continúa hacia los volcanes Galán y Antofalla, donde el astroturismo gana protagonismo gracias a cielos limpios y abiertos, perfectos para la observación astronómica. En Antofagasta de la Sierra, la cultura ancestral convive con paisajes de otro planeta, entre salares, lagunas y montañas.
Finalmente, hacia el este y el sur, la provincia muestra otra faceta, la del turismo rural y productivo, donde municipios como Los Altos, Bañado de Ovanta y Santa Rosa permiten vivir el día a día de comunidades agrícolas, con fincas, viveros, ferias y recetas caseras.
En cada una de estas regiones, los stands del Pabellón de Turismo brindan mapas, folletos, asesoramiento personalizado y toda la información necesaria para armar un viaje a medida. Catamarca se presenta como una provincia para descubrir sin apuro, donde cada kilómetro se vuelve una experiencia, una historia y una emoción por vivir.