Youtube es un lugar que cada vez más actúa como educador o divulgador de ideas, y no solo para los adultos. En los últimos años, los canales de YouTube protagonizados por niños y familias siguen siendo los prescriptores principales de tendencias y costumbres entre los más pequeños, especialmente en esta época navideña.

Los jóvenes “líderes de opinión” son capaces de influir poderosamente en las decisiones y los gustos de los niños y, en este complicado 2020, además de su labor promocional habitual de productos, marcas y servicios relacionados con su entorno han ayudado a divulgar y sensibilizar en las medidas de prevención frente a la Covid-19.

Así lo señala una serie de estudios que comenzaron en 2016 por los profesores de publicidad, Esther Martínez Pastor de la Universidad Rey Juan Carlos y Miguel Ángel Nicolás Ojeda de la Universidad de Murcia, que se han especializado en el análisis de los canales españoles de YouTube de menores de 14 años que se dedican a mostrar juguetes.

En su último estudio centrado en el último trimestre del 2020 han comprobado cómo la realidad derivada de la situación sanitaria que estamos viviendo interviene de forma destacada a las historias que muestran estos pequeños creadores de contenido en internet.

En los relatos más recientes, el hilo conductor gira entorno a las mascarillas, el gel hidroalcohólico, la higiene de manos y el control de la temperatura, que forman parte de los juegos de los niños. El concepto de la salud está presente en la promoción de juguetes y los buenos hábitos frente a la prevención del virus y la información sobre las restricciones son los protagonistas de los videos.

Solo un 1,5% de la muestra representa una actitud reprobable y poco responsable, según señala la investigación. Concretamente, se trata una escena en la que se celebra un cumpleaños y en la que los niños están sin mascarilla en un espacio cerrado, acompañados por la madre del youtuber que, además de contribuir a difundir a una gran audiencia, también aparece sin la protección recomendada por las autoridades sanitarias.

Además, en los últimos cuatro años la forma de los productos en los videos ha evolucionado. En los primeros años los productos se mostraban desempaquetando juguetes, los llamados unboxing, o en reseñar el juego mediante la demostración de su uso. Ahora las narraciones se han sofisticado creando historias a modo de spots o formatos televisivos como la teletienda, concursos y en algunos casos generando contenidos de continuidad en forma de webserie o similares al brand content corporativo. 

Frente a esta evolución, focalizada en la profesionalización de los canales, aparece un sesgo de los productos claramente dirigido a la brecha de género. Se fomentan y refuerzan más los estereotipos. En canales de niñas el color rosa colorea las escenas y aparecen profesionales como dependientas o enfermeras como personajes del juego simbólico.

Al tiempo que las pequeñas imitan relaciones afectivo-nutritivas propias de la maternidad cuando simulan ser una madre que alimenta a su bebé. Por el contrario, los vídeos protagonizados por los niños tienden a contar historias relacionadas con la fuerza y la competitividad. En ellos se promocionan de forma recurrente vehículos a escala, figuras de acción, construcciones y consolas y videojuegos.

Por último, los investigadores han constatado en este último estudio que los responsables de los canales cada vez son más responsables con el cumplimiento de la normativa vigente respecto a la publicidad y cerca del 70% de los vídeos analizados realizan algún tipo de indicación informativa alertando del contenido promocional de los mismos.

Aunque todavía hay algunas carencias en este sentido ya que según apunta la profesora Martínez Pastor «es conveniente que se indique en varios momentos del vídeo o quede fija a lo largo de todo el vídeo para que los niños puedan retener la información más tiempo».

En algunos casos, como cuando se promocionan productos como sorteos, «llama poderosamente la atención que los propios canales a través de sus protagonistas menores animen a los más pequeños a colgar fotos con hashtag en sus perfiles de redes sociales» señala la profesora Martínez, ya que en dichas plataformas los menores de 14 años no tienen acceso si no cuentan con autorización de sus progenitores. De forma generalizada, los vídeos no indican ni ajustan los argumentos a la edad de su público objetivo, concluye el estudio. 

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