La tecnología es lo más parecido que tenemos a la magia o la ciencia a ficción. Con ella somos capaces de hacer cosas que jamás habríamos pensado, pero, ¿hasta dónde podemos llegar? Sin duda alguna, controlar el tiempo es algo que solo los dioses podían hacer… hasta hace poco. 

No es la primera vez que Emiratos Árabes se luce en conocimientos tecnológicos, la existencia del Burj Khalifa es un grito de grandeza a los cuatro vientos, pero ahora se han planteado conseguir lo imposible: hacer que llueva de manera artificial. 

El secreto reside en la siembra artificial de nubes, un proceso que permite que las nubes descarguen toda el agua posible aunque las condiciones del entorno no se lo permitan. No obstante, el ser humano influye en el proceso ‘favoreciendo’ esas condiciones con una serie de trucos, vamos, que estamos engañando a la madre naturaleza.

¿Cómo la tecnología provocar que llueva?

Científicos de la Universidad de Reading de Inglaterra ayudaron a desarrollar una serie de drones que pueden volar hacia las nubes existentes y alterar la carga eléctrica de las gotas de agua para que se agrupen como si del cabello seco en un peine se tratase.

Si funciona en una pequeña región, esto significa que podría ayudar a reponer el suministro de agua en problemas alrededor de grandes ciudades como Dubai, y marcar el comienzo de una nueva era de control humano sobre el clima.

Con una precipitación promedio de solo 100 mm por año, los EAU están invirtiendo fuertemente en esta nueva investigación para aumentar el suministro de agua dulce.

El video que podemos ver forma parte de una prueba realizada en una región poco poblada cerca de carreteras principales.

Un dron que lleva una carga eléctrica se prueba en el Reino Unido.
Un dron que lleva una carga eléctrica se prueba en el Reino Unido.
Universidad de Bath

EAU no ha sido la primera, ni será la última

Muchos países han utilizado métodos alternativos para provocar la lluvia, incluida la pulverización de compuestos de sal, yoduro de plata y hielo seco en la atmósfera; de hecho, Dubai ya empleaba la tecnología de siembra de nubes para arrojar sal y fomentar la lluvia, pero los resultados no eran los esperados.

China fue noticia antes de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing por influir en el clima con métodos similares: probaron el uso de la diatomina, un mineral de absorción que fue esparcido por las nubes para evitar que lloviese durante la celebración y poder disfrutar un cielo azul. 

Pekín asegura que puede provocar lluvia artificial en un tercio de su territorio, una técnica que según los grupos ecologistas no es peligrosa ni contaminante, pero hace que las autoridades olviden afrontar los problemas medioambientales de China.

Los diferentes climas responden de manera diferente a las distintas técnicas, como siembre de nubes y descargas eléctricas, pero todavía se consideran trucos meteorológicos antes que una medida infalible, debido a que es complejo de realizar y los resultados son limitados.

Manipular el clima: ¿deberíamos hacerlo?

El cambio climático es un hecho. Las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera continúan una tendencia de aumento récord y están fomentadas por un sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles y actividades intensivas de uso del suelo. Lo que hagamos o dejemos de hacer en esta década será clave para determinar si tendremos un escenario más o menos dramático en los próximos años.

Tenemos que ser conscientes de que las intervenciones bien intencionadas en los sistemas ecológicos a menudo traen problemas inesperados en un futuro.  Además, no somos muy buenos para gobernar las cosas de manera colaborativa a nivel mundial, por lo que no se sabe cómo se podría gestionar esta tecnología de manera justa en todas las regiones que necesiten precipitaciones. 

Aún asi, Al-Mazroui dijo que es demasiado pronto para predecir la eficacia del estudio, que es uno de los nueve proyectos de ‘mejora de la lluvia’ que recibieron 15 millones de dólares de fondos del Ministerio de Asuntos Presidenciales de los EAU en 2017.

Este método podría ser usado en todo el mundo, pero ahora lo importante es saber si esta opción es viable para el cambio climático. Los proyectos similares que están desarrollando en Estados Unidos proponen un cambio ligero, en el que los drones emplearían gotas de yodo de plata en lugar de cargas eléctricas para provocar la lluvia.

¿Deberíamos seguir investigando en este ámbito, o tal vez la naturaleza nos devuelva nuestros intentos de alternar sus procesos atmosféricos en zonas que no corresponden?

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