El efecto de la corrida cambiaria y la devaluación tuvieron una de sus caras más visibles en la inflación mensual de junio, que tuvo una variación de 3,7%, según difundió ayer el Indec. Se trata de la peor medición desde mayo de 2016 (25 meses atrás).

Además, se registró una inflación interanual de 29,9% y, al superar el 29%, la política monetaria será analizada por el FMI, como acordaron el organismo y el Gobierno, según el reporte que difundió el Fondo, el viernes pasado.

Por su parte, la inflación núcleo, la que no tiene en cuenta precios regulados y estacionales, tuvo una variación en junio de 4,1%, aún mayor que el índice de precios general.

“La inflación ‘core’ subió más que la general porque aumentaron más el precio de los bienes no regulados. A diferencia de otros meses, el principal impacto en la inflación fue el salto del tipo de cambio y no el incremento de tarifas”, dijo Martín Alfie, economista jefe de Radar Consultora.

Según el Indec, las principales subas se dieron en los sectores de transporte (5,9%), alimentos y bebidas no alcohólicas (5,2%), salud (4,3%) y equipamiento y mantenimiento del hogar (4%).

“El dato más preocupante es alimentos, que en general vive mucho de la cotización del tipo de cambio, es bastante directo. Alimentos es el reflejo del salto del tipo porque tienen un componente transable (se exportan), por lo tanto para que se comercialicen en el mercado interno se pide más pesos”, explicó Alfie, citado por La Nación.

En tanto, los primeros seis meses del año cerraron con una inflación acumulada del 16%, mientras que la inflación interanual aumentó a 29,9%, mayor a la meta de 29% que había acordado el Gobierno con el FMI. En el memorando, se había fijado un rango de IPC anual de 27% (meta inferior) y dos metas superiores, de 29% y 32%.

“Al superar el límite superior de la banda interna (29%), el FMI informará su análisis sobre la actual política monetaria. Pero si se supera el límite superior de la banda externa (32%), el Fondo mandará a revisión el acuerdo, y el Gobierno tendrá que explicar ante la junta del organismo su gestión sobre las regulaciones monetarias. Esto, a su vez, condicionará los desembolsos acordados”, señaló Gabriel Caamaño, socio del Estudio Ledesma.

“Creemos que julio va a ser alto, arriba de 3%. Si llega a dar un 3,2%, el acumulado de los primeros siete meses va a cerrar en 19,7%. Por lo tanto, se necesitará una inflación mensual menor a 1,4% en los últimos cinco meses del año para que el IPC tenga una variación interanual menor a 30%”, agregó.
En el primer semestre, las principales subas estuvieron en transporte (22%), comunicación (20,4%), educación (20,2%), alimentos y bebidas no alcohólicas (17,3%), y vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (16,1%).

“El Gobierno ha perdido todo control sobre el tema inflación, aunque no sé si en algún momento lo tuvo. El tipo de cambio está pegando en un contexto económico difícil. Si no tuviéramos las tasas tan altas, el traslado a precios sería aún mayor. Esto se va a mantener. Tal vez julio baje un poco, pero va a seguir entorno al 3% y hace muy difícil cualquier planificación económica en la Argentina”, indicó el analista financiero Christian Buteler.

Por su parte, la consultora LCG analizó: “El dato de junio incorporó parte del traslado de la devaluación de los precios, que usualmente se siente con cierto rezago. El mes de julio podría sumar todavía algo más (esperamos una inflación en torno a 2,5% o 2,7%). Pero el apretón monetario del Banco Central y el efecto recesivo que esperamos para los próximos meses podrían no convalidar una disparada de los precios”.

“Asumiendo que no se suspenderán los aumentos de las tarifas previstos para fin de año en gas y electricidad (a lo sumo se moderarán en el margen) y que el Gobierno logra asegurar la paridad real del dólar en los niveles actuales, estimamos que la inflación se ubicará algo por encima del 30% anual”, agregaron.

A su vez, el banco de inversión Goldman Sachs, indicó en un informe que en los próximos meses “se espera que fuertes fuerzas inerciales impulsadas por mecanismos de indexación retrospectivos, expectativas de inflación no ancladas y el atraso rezagado de la reciente depreciación de la moneda generen una presión alcista significativa en el corto plazo sobre la inflación. La gran depreciación del peso en los últimos meses también aumentará la presión para adicionales incrementos en precios y tarifas. Eperamos que las negociaciones salariales colectivas se reabran, lo que mantendrá relativamente altas las presiones sobre la inflación”.

Finalmente, la consultora Elypsis, pronosticó para junio un registro cercano al 3%. “La estimación se explica principalmente por persistencia de la inflación núcleo, la continuación del efecto pass-through (traslado de la suba del tipo de cambio a precios) y el incremento en combustibles y cigarrillos”, comentaron.

El Gobierno había anticipado que la inflación del mes pasado iba a estar entre el 3,5% y el 4%, producto de -además de la corrida- las subas del combustible (por la depreciación y la suba del precio internacional del petróleo) y el aumento de los alimentos (aceites, pan y carne), sumado a la suba del transporte.

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